8

Habrás de perdonar el azul imanado
a mis movimientos,
la cortapisa de sal que tañe una campana dura
que soy y desconozco,
mi costumbre de corear voces de sangre
pensando ritmos para el verbo,
los adentros extrañados cuando no sé
explicarme a mí mismo.

Habrás de perdonar a este magullado
que quiso entonces luces que hoy gravitan
sobre mí, sobre Madrid,
como metáforas aceradas y escalpelos.

Sobre todo, lo sabes, habrás de perdonarme:
no me explico esta tristeza que irradio.

Creative Commons License

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s